¡Felicidades... y Gracias por tanto!

Hoy tocaba a priori felicitarte por tu 30 cumpleaños, pero tal vez lo que corresponda y tenga más sentido sea mi más sentido agradecimiento por estos cerca de cinco años maravillosos que he vivido junto a ti.

Sí, y así quiero hacerlo saber: ¡Gracias!

Gracias por apostar por esta historia conmigo. Porque tal vez te hubiera resultado mucho más cómodo caminar junto a alguien de tu edad, con trece años menos, que no fuera autónomo y no  estuviera siempre trabajando y sobre todo que fuera un poco menos ateo. Te habrías ahorrado muchos disgustos. Y sin embargo, me elegiste a mí.

Gracias por casarte conmigo (por lo civil) y por ser tan valiente, por luchar por tu libertad individual ante las presiones del entorno. Porque te pondré siempre de ejemplo ante Camila para que entienda que decidirá su religión (o incluso su no religión) libremente y que puede hacer con sus apellidos lo que le venga en gana. Porque su vida será responsabilidad suya. Y porque hay decisiones en la que están de más las opiniones de los demás.

Gracias por estos días de felicitaciones. Porque ahora toca celebrar los acontecimientos que por caprichos del destino parecen acumularse en unos pocos días: el primer aniversario de nuestra boda, tu cumpleaños y en los próximos días la llegada de nuestra pequeña.

Gracias por el camino que vamos a recorrer y por las cosas que nos pasaran. Seguiremos disfrutando de nuestra dichosa vida en común y quien sabe si dentro de unos añitos, después de las noches en vela, los pañales, los dientes de leche, ¡no toques el enchufe! y demás nos animamos y traemos al mundo a Dylan. Contigo todo es maravillosamente posible. 

Y en especial gracias por el regalo diario de despertarme a tu lado cada día y por la primera sonrisa de la mañana con la que ya  me das la fuerza necesaria para el resto del día.

¡No puedo ser más feliz contigo!