Este viernes estuve en Gran Canaria, impartiendo en Las Palmas el seminario "Del Burnout a la Felicidad Laboral" para un grupo de 50 delegados de prevención de UGT Canarias.
Desde hace cuatro años vengo colaborando regularmente durante el mes de octubre y agradezco a Mari Paz, de la Oficina Técnica de Prevención de Riesgos Laborales que se acuerde de mí.
En esta edición de Las Palmas pasé como siempre cuatro horas fantásticas con los participantes en la conferencia. Gracias a su participación y al cariño con que me trata Renato me he sentido una vez más como en casa.
La formación habitualmente depara grandes sorpresas y esta vez tiene un nombre propio: Estrella.
La conocí en uno de los intervalos de tiempo que doy para realizar alguna dinámica o ejercicio. Me llamó enseguida la atención su entusiasmo, su coraje y su determinación. Por un momento sentí que quien debía dar realmente la conferencia era ella.
Vi su puntuación en el Cuestionario de Felicidad de Oxford. Sobre un máximo de 6 puntos, obtuvo un 5.6. Algo que pasa muy pocas veces y que supone una actitud férrea y determinada ante la vida.
Le pedí que saliera y nos contara su historia, queríamos saber cómo hacía para ser así de feliz y su historia nos acabó conquistando.
Estrella es camarera de piso (lo que últimamente ha venido en denominarse una "kelly"). No hace falta señalar las condiciones penosas que atraviesa este grupo profesional, el trabajo físico, la carga horaria, el trato despectivo que suelen sufrir y las precarias condiciones económicas que tienen que aceptar.
Pero Estrella es un claro ejemplo de que nuestra actitud determina nada más y nada menos que el 40 por ciento de nuestro nivel de felicidad.
Y ella se repone, reencuadra cada cosa que le pasa y piensa en las cosas que realmente son importantes en la vida. Y así se motiva. Y una sonrisa llena su cara. Esa es Estrella, y mientras me acuerdo de ella pienso que no se me hubiera ocurrido otro nombre mejor para ella.
